ROMAN MARIA VALENCIA
Nació en la ciudad de Sonsón (Antioquia) .Sus padres fueron:
Marcelino Valencia y Purificación Alvares. A
los pocos años partió para Villanería, donde se estableció
en el comercio. Deseoso de formar un hogar, se caso en esta ciudad, con doña Carmen Duque y la providencia bendijo este hogar,
con cuatro hijos sanos y vigorosos.
No contento aún , con sus vastas
aspiraciones, partió para Pereira, donde estuvo algún tiempo, para seguir
después hacia la región del Quindío. Ya
en esta y de acuerdo con su compañero Segundo Henao, resolvió fundar una
población y escogieron el punto donde
reposa hoy la misma población, que antes estaba en sus mentes,” Calarcá
“.
Obteniendo el permiso necesario, del alcalde
de Salento, procedió con su compañero Henao, a la demarcación de las calles y
plazas.
Siguió, de esta época en adelante, propendiendo por el
adelanto de la población, al tiempo que trabajaba en el comercio o se dedicaba
a la busca de minas y guacas en toda la región.
Conocedor un día, de las penalidades de gran
numero de cundinamarqueses, partió para esta región y una vez allí, se hizo al
cariño de sus moradores; pronto se hizo a una colonia de estos individuos y partió
con ellos para la región del Quindío y al llegar a ella, los estableció en la
reciente población de Calarcá, proporcionándoles toda clase de comodidades y
atenciones. Y esta la razón, para que hoy
esté Calarcá con una gran colonia cundinamarquesa, atraídas por las
primeras familias, venidas con D. Román, recientemente fundada la población.
Amigo del prójimo, sin distingos de ninguna
clase, como medico, recetaba a todos los que le buscaban y daba a la vez todos
los remedios, que precisaba el enfermo, sin cobrarles después, ni un centavo.
Muy amigo de las curiosidades; en sus guaquerías había conseguido una gran cantidad de
objetos, que coleccionaba cuidadosamente y que aún existen en nuestra
población.
Generalmente desdeñaba los empleos
remunerados y desempeñaba con gran gusto y
voluntad los empleos onerosos.
Pero un día, el 19 de septiembre del año de
1.898, la parca inmisericorde, trunco la preciada existencia en la ciudad de
Pereira, dejando al propio tiempo sumido en lágrimas su hogar, que había sido
el campo donde se habían confundido, con su esposa y sus hijos, lo mismo las
alegrías obtenidas por la realización de sus meritorias aspiraciones, que las
tristezas diarias que siempre ocasionan, los esfuerzos desinteresados en las
luchas del vivir humano.
La gratitud, que es la flor que crece al lado
de las yedras en las tumbas, debe germinar al lado de las de este
fundador, caritativo y desinteresado, de
la población que cuenta hoy ya con más de siete lustros de existencia.
Escrito por Angela Ortiz (1.922)